Nota del editor: Puedes leer la versión en ingles de este artículo aqui.
Traducción de Taylor Lester
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Según la Oficina de Censo de los Estados Unidos (United States Census Bureau), en 1970, sólo un 8% de los trabajadores en los campos de las ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM) eran mujeres. Más de 50 años después en 2019, las mujeres representan el 27% de trabajadores en STEM.
Además, se les sigue pagando menos a las mujeres que a los hombres en la misma carrera.
“No sabía de esto en aquel entonces, pero no me pagaban tanto como a mis compañeros” dijo Jennifer McLean, la subdirectora de estudios de pregrado en el departamento de microbiología, inmunología y patología de Colorado State University. “Me di cuenta de que algunos de mis compañeros que hacían casi el mismo trabajo que yo, pero ganaban el doble en sueldo que yo.”
Las mujeres no sólo enfrentan la subrepresentación y las ganancias bajas, sino que también existe otro desafío mayor en estos campos: el de no recibir el reconocimiento debido por sus contribuciones.
“Muchas otras mujeres y las personas marginadas en general en las ciencias realizan descubrimientos científicos por los cuales no se les ha dado el reconocimiento.” -Jennifer McLean, departamento de microbiología inmunología y patología y subdirectora del departamento de estudios de pregrado
Se tiene el ejemplo de la historia del descubrimiento de la estructura del ADN: si bien la estructura de doble hélice del ADN es común en los libros de texto de biología, hubo un tiempo en que los científicos no sabían por cierto cómo era la apariencia del ADN y, por lo tanto, cómo funcionaba. Hallar la estructura del ADN fue una tarea vital, ya que ayudó a explicar cómo contiene la información genética.
James Watson y Francis Crick son los dos nombres más conocidos en cuanto al descubrimiento de la estructura del ADN. Fueron los que construyeron el primer modelo de ADN. Hasta ganaron el Premio Nobel en Fisiología o Medicina en el año 1962 junto con Maurice Wilkins por este descubrimiento pionero. Sin embargo, fallaron en reconocer las contribuciones esencial de una científica: Rosalind Franklin.
“Sin (Franklin), no creo que (Watson y Crick) pudieran haber conseguido lo que lograron,” dijo Katrina Popichak, una profesora asistente del departamento de microbiología, inmunología y patología de CSU.
Franklin era una química que trabajaba por hallar la estructura del ADN. Ella tenía un laboratorio en King’s College en Londres, donde sacó las primeras fotos de ADN utilizando cristalografía de rayos X. Sacó las fotos de dos formas de ADN que nombró forma A y forma B. En una foto específica de la forma B, llamada Fotografía 51 llegó a formar una parte fundamental de la evidencia para el modelo de la doble hélice del ADN.
“Cuando pienso en Rosalind Franklin, pienso en una persona que ayudó en el descubrimiento de la doble hélice,” dijo Popichach. “Y a la vez pienso en cómo Watson y Crick le quitaron la primicia.”
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Las fotos de Franklin, incluyendo la Fotografía 51, inspiraron el modelo de Watson y Crick. Sin embargo, Franklin desconocía el hecho de que Watson y Crick habían visto sus fotos. Fue Wilkins, un colega alienado, quien se las mostró a ellos sin que supiera Franklin.
Sin las fotografías de Franklin, es posible que Watson y Crick hubieran tardado muchos años más en crear su modelo del ADN. A pesar de su contribución fundamental, no se le dio ningún reconocimiento a Franklin por las fotos cuando Watson, Crick y Wilkins ganaron el Premio Nobel.
La exposición a la radiación que Franklin usó para fotografiar el ADN al fin la mató. Ya para cuando la gente reconoció sus contribuciones al descubrimiento de la estructura del ADN, ya había muerto y no se puede otorgar el Premio Nobel póstumamente.
“Muchas otras mujeres tanto como las personas marginadas en general en las ciencias hicieron descubrimientos científicos por los cuales no se les ha dado el reconocimiento,” dijo McLean.
Aunque ahora a Franklin se le reconoce por su contribución al descubrimiento de la doble hélice, su situación contribuye a la confirmación de la brecha de género en las carreras científicas.
“Estamos en el año 2024, por lo que me gustaría decir que (la brecha de género) no es un problema,” dijo Popichak.
Mientras aún hay discrepancias para las mujeres y otras minorías en dentro de STEM, ha habido avances notables para ellas y aquéllas en CSU esperan seguir inspirando a las mujeres que quieren entrar en estas carreras.
“Es un campo muy emocionante en el que se puede entrar,” dijo McLean. “Hay más mujeres que nunca en este campo.”
Comuníquese con Hana Pavelko en science@collegian.com o en Twitter @hanasolo13.